La derecha popular o los llamados "fachopobres". La segunda entrega del podcast de Punto de Encuentro.

Los términos "fachopobres" y "derecha popular", el primero muy peyorativo, describen variantes contemporáneas de la derecha en América Latina. Son nociones marcadas por un populismo conservador que combina retórica antiélite, nacionalismo exacerbado y defensa de valores tradicionales. "Fachopobres" es un neologismo depectivo -mezcla de "facho" por fascista y "pobres"- acuñado en redes y medios para referirse a sectores populares de bajos ingresos que adhieren a discursos ultraconservadores, a menudo impulsados por influencers digitales, evangélicos y anti-"ideología de género".

La "derecha popular", en cambio, evoca un populismo de derecha que busca captar clases medias y bajas mediante promesas de orden, seguridad y soberanía cultural, diferenciándose de la derecha tecnocrática-liberal por su estilo  antiinstitucional. Esta ola, influida por redes globales generadas por la ultraderecha global entre elllas la española encarnada en Vox (España) y en el Foro Madrid -su brazo extendido hacia América Latina-, representa una "desmarginalización" de la ultraderecha, según Cas Mudde, que ya no es residual, sino un ecosistema coordinado.

De la excepción a la norma
Históricamente, el populismo latinoamericano se asociaba a izquierdas nacionalistas -Perón, Vargas-, pero desde el 2010 aproximadamente emerge una derecha populista radical que prioriza el conservadurismo sociopolítico que se opone a los cambios progresistas en cuestiones de valores, costumbres, familia, sexualidad, género y educación y que se enfrenta al nativismo económico típico europeo, aquel que es proteccionistas en lo comercial, que rechazan la globalización, los tratados de libre comercio y la deslocalización de la empresas y aque además defiende un Estado de bienestar generoso, pero solo para los nacidos en el país o para los “verdaderos nacionales”. Los inmigrantes, refugiados o minorías étnicas deben quedar excluidos o recibir prestaciones mínimas. Son parte de ese conservadurismo sociopolítico:

• Brasil: Jair Bolsonaro (2018-2022) encarnó esta fusión de neoliberalismo extremo, machismo y anticomunismo, atrayendo a "fachopobres" evangélicos y rurales con narrativas de "guerra cultural" contra la "izquierda corrupta".
• Argentina: Javier Milei (2023-) representa un anarcocapitalismo populista, con apoyo de jóvenes precarizados ("fachopobres millennials") que ven en su retórica antisistema una salida a la inflación, aunque su agenda erosione derechos sociales.
• Chile: José Antonio Kast (Partido Republicano) lidera una "derecha popular" que gana terreno con promesas de mano dura contra la migración y el feminismo, captando sectores populares descontentos con la "marea rosada" de Boric. En 2025, su avance en encuestas refleja una polarización importada de Europa.
• Otros: Nayib Bukele en El Salvador y Daniel Noboa en Ecuador combinan autoritarismo digital con populismo antiinmigrante, atrayendo "fachopobres" mediante TikTok y mano dura contra pandillas. En Uruguay, Cabildo Abierto integra ultraderecha en coaliciones tradicionales, un hito regional.

Hay factores comunes: Desigualdad persistente, influencia evangélica transnacional y rechazo a la "corrección política" post-pandemia. Lo económico y lo migratorio también gatilla sus discursos. Sin embargo, su auge es "excepcional" aún, sólo Bolsonaro ha alcanzado el poder, aunque Kast lo pelea en este momento en Chile. 

En Perú: Del fujimorismo a la alianza neoliberal-evangelista
En Perú, la derecha popular se bifurca desde los 2000 en una vertiente populista-conservadora -heredera del dictador Alberto Fujimori y la tecnocrática-liberal, pero converge en una ultraderecha "fachopobre" que explota el colapso partidario post-2016. Rafael López Aliaga de Renovación Popular es su figura clave. Alcalde de Lima desde 2023, lideró en 2021 una alianza neoliberal-religiosa contra la "conspiración comunista" y la "ideología de género", atrayendo a "fachopobres" urbanos con promesas de orden moral y anti-LGBTQ+ el temor más grande en muchas familias pobres, la posibilidad de contar entre sus miembros con un homosexual. Su discurso, influido por el Foro Madrid, pinta a la izquierda como "el mal encarnado" y al Estado como capturado por "vendepatrias".

Bajo Dina Boluarte, esta derecha controló el Congreso, promoviendo agendas regresivas y reprimiendo protestas con apoyo militar y policial. El 2025 cerrará con López Aliaga liderando ligeramente las intenciones de voto de las elecciones generales del 2026, capitalizando la presencia permanente en el Perú, en cualquiera de sus formas, de una derecha conservadora y rancia.

Implicaciones
Esta derecha no solo polariza colocando a la izquierda como el "enemigo existencial", sino erosiona la democracia al priorizar identidades sobre instituciones. En Perú y la región, su éxito radica en conectar resentimientos populares con globalización cultural, pero enfrenta límites. Los altos niveles de desigualdad frenan su expansión plena. Para contrarrestarla, se necesita fortalecer coaliciones progresistas y combatir desinformación digital, evitando la trampa de la "guerra cultural permanente".

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Rodrigo Gil Piedra es un politólogo e investigador peruano especializado en ciencias sociales y políticas, con un enfoque principal en el estudio del movimiento conservador, la politización de agendas sociales y la configuración del poder en el Perú contemporáneo. 

Es magíster en Sociología y licenciado en Ciencias Políticas por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Su perfil académico se centra en análisis sociopolíticos, con énfasis en dinámicas de poder y movimientos ideológicos. Trabaja como investigador principal en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Es docente universitario donde imparte cursos relacionados con sociología política y análisis de movimientos sociales.

En 2020, ganó el "Ciclo de mesas verdes corto" para investigadores jóvenes del IEP, un premio que reconoce proyectos innovadores en ciencias sociales. Gil ha centrado su investigación en la evolución del conservadurismo en el Perú, particularmente en cómo se ha politizado desde 2016. Sus trabajos exploran temas como la agenda anti-género, el rol de actores religiosos en la política y las tensiones entre Estado y sociedad civil.