Agricultura en Curitiba: solo el colectivo salvará al individuo

El Huerto Comunitario de Curitiba es parte de un programa de agricultura urbana impulsado por la municipalidad de esa localidad en Brasil.

Medio ambiente19 de junio de 2025RedacciónRedacción
  •  Actualmente, Curitiba cuenta con más de 170 huertos comunitarios.
  • Los huertos colectivo revolucionan nuestro vínculo con la tierra.
  • La Secretaría Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Curitiba, junto con el Fondo de Abastecimiento de Alimentación, proporciona financiación continua, orientación técnica.

El Huerto Comunitario de Curitiba es parte de un programa de agricultura urbana impulsado por la municipalidad de esa localidad en Brasil. Desde la década de 1980 este programa transforma terrenos urbanos -no utilizados- en huertos comunitarios para cultivar alimentos orgánicos. Punto de Encuentro, te cuenta la historia. 

Su objetivo principal es mejorar la seguridad alimentaria, fomentar la cohesión social, promover prácticas sostenibles y aumentar la resiliencia al cambio climático. Esto último se obtiene al reducir emisiones por transporte de alimentos y aumentar la captura de carbono mediante la vegetación.

Actualmente, Curitiba cuenta con más de 170 huertos comunitarios que ocupan aproximadamente 418,000 m², un equivalente a 59 campos de fútbol. Estos huertos benefician a unas 1000 familias, quienes cultivan más de 33 variedades de verduras y legumbres para consumo propio y comercialización de excedente. 

Estos huertos tienen el apoyo municipal tan es así que la preparación de los cultivos y suministro de semillas corren por su cuenta y se encuentran tanto en áreas periféricas, como el barrio Sitio Cercado -altamente urbanizado-, como en zonas más centrales, como el huerto de la calle Roberto Cichon, en Cristo Rei. 

Lo ocurrido en Cristo Rei es un ejemplo -sin precedentes- respecto a estas iniciativas de huertos urbanos y trabajo agrícola comunitario en grandes urbes. Esa parte de la ciudad de Curitiba era un terreno baldío, lleno de basura, y este huerto transformó el espacio en un punto de encuentro de una enorme comunidad de vecinos donde se cultivan 900 m² de hortalizas y 14,500 m² de cultivos como maíz y frejol. En la actualidad más de 100 personas participan, cultivando desde alcachofas hasta plantas no convencionales, y el proyecto ha inspirado réplicas en otros 

Esta agricultura sólo es posible reutilizando terrenos degradados que antes eran vertederos de basura, promoviendo la limpieza y el embellecimiento urbano, además de prácticas como el compostaje para reducir desechos. Se ha podido demostrar que los huertos fomentan la participación comunitaria, la educación ambiental y la inclusión de grupos diversos, como adultos mayores y niños, quienes aprenden sobre el origen de los alimentos y técnicas de cultivo. 

Hay residentes, hoy adultos mayores, que empezaron hace 20  años cuidando un huerto comunitario cerca de su casa. Buscaron , desde el inicio de este proceso, cultivar alimentos orgánicos para su consumo. Este caso refleja cómo los huertos sirven como terapia y fuente de alimentos frescos en comunidades urbanas densas. 

Complementario a los huertos, este programa protege a las abejas polinizadoras, esenciales para la producción de alimentos y la biodiversidad, integrando la conservación ecológica con la agricultura urbana.

Retos y oportunidades

A pesar de su éxito, el programa enfrenta desafíos, como la disponibilidad de terrenos en otras ciudades debido a conflictos de uso, por ejemplo, en los terrenos públicos destinados a otros proyectos inmobiliarios. Sin embargo, un mapeo del Instituto Escolhas identificó 1,118 espacios de agricultura aún por conquistar mostrando -en Curitiba- un potencial aún mayor para expandir el programa

A partir del ejemplo de Curitiba, la Iglesia católica de Brasil puede mostrar casos  donde se ha respaldado proyectos de agricultura urbana o agroecología. En São Paulo, por ejemplo, algunas parroquias han implementado huertos comunitarios en sus terrenos, inspiradas por Laudato si', para promover la sostenibilidad y la inclusión social. 

Otro caso es el de la Pastoral de la Tierra que ha trabajado en proyectos de agricultura familiar y orgánica en varias regiones, buscando promover la soberanía alimentaria y el respeto por la tierra. 

Pero el punto más alto de valoración de estos espacios agrícolas ocurrió en 2020, durante la pandemia del coronavirus. En ese momento la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil apoyó campañas de distribución de alimentos y promovió la agricultura familiar como una solución a la crisis alimentaria, tomando como modelo proyectos como los de Curitiba. Es imporatnante remarcar que la doctrina social católica subraya el derecho universal a una alimentación adecuada (Gaudium et Spes, 1965) y la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad. Al transformar terrenos urbanos en espacios productivos para alimentos orgánicos, Curitiba fortalece la seguridad alimentaria, especialmente para comunidades vulnerables. Además, al ser comunitario, fomenta la solidaridad y la cooperación, valores centrales del cristianismo.

 

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