Desesperación: Saqueo de un almacén de alimentos de la ONU en Gaza

Miles de palestinos irrumpieron en un almacén del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Deir el-Balah, en el centro de la Franja de Gaza.

Internacional29 de mayo de 2025RedacciónRedacción

La multitud, en un acto de desesperación, vació el depósito llevándose sacos de comida, bases de madera y otros materiales. El PMA condenó el incidente en un comunicado, describiendo cómo "hordas de gente hambrienta" saquearon los suministros destinados a la ayuda humanitaria, y exigió un "acceso humanitario seguro y sin trabas" para garantizar repartos de alimentos organizados en la región.


La crisis alimentaria en Gaza se ha agravado debido a las dificultades en la distribución de ayuda. Las fundaciones humanitarias, como el PMA, enfrentan obstáculos logísticos significativos, incluyendo restricciones de acceso impuestas por los israelíes en la zona y la falta de corredores seguros para el transporte de alimentos. Estas limitaciones han llevado a que los suministros no lleguen de manera equitativa a las comunidades más necesitadas, dejando a miles de familias en condiciones de hambruna extrema.

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Además, la falta de coordinación entre las organizaciones humanitarias y las autoridades locales contribuye a los problemas para repartir alimentos. En muchos casos, los recursos se concentran en áreas urbanas, mientras que las zonas rurales o más aisladas quedan desatendidas. Esto genera tensiones entre la población, que percibe un reparto desigual y, en su desesperación, recurre a medidas extremas como el saqueo de almacenes para asegurar su supervivencia.
Otro desafío es la inseguridad que enfrentan los trabajadores humanitarios, quienes a menudo operan en entornos volátiles donde los convoyes de ayuda son blanco de ataques o robos. Esta situación no solo pone en riesgo la vida del personal de ayuda humanitaria, sino que también retrasa o interrumpe los esfuerzos de distribución. La ONU ha instado -repetidamente- a todas las partes involucradas a garantizar la seguridad de las operaciones humanitarias para evitar situaciones como la ocurrida en Deir el-Balah.

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El llamado a los países ricos para que intervengan en este drama y detengan la violencia sionista, sigue cayendo en saco roto. Tienen -sin duda- la responsabilidad moral de apoyar a las naciones en crisis, promoviendo un acceso equitativo a los recursos y combatiendo las desigualdades que perpetúan el sufrimiento de los más vulnerables. Hay que recordar, en palabras de Francisco, que “el hambre y la miseria no son solo naturales, sino también el resultado de estructuras sociales injustas”.

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