María Soledad y las marchas del silencio que rompieron la impunidad

El documental María Soledad: El fin del silencio revive el crimen que conmovió a la Argentina en los años 90 y visibiliza el rol clave de las “marchas del silencio”, organizadas por compañeras de la víctima y lideradas por la hermana Martha Pelloni.

Internacional16 de mayo de 2025RedacciónRedacción
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  • El crimen de María Soledad Morales reveló que, en la Argentina de los 90, el silencio no era resignación, sino resistencia organizada.
  • Las marchas del silencio no solo exigieron justicia para una adolescente asesinada, sino que despertaron la conciencia de toda una generación frente a la impunidad.

El asesinato de María Soledad Morales, una estudiante catamarqueña de 17 años, ocurrido en 1990, no solo sacudió a una provincia, sino que destapó las profundidades de un sistema político que reinaba en varias regiones de Argentina. Más de 30 años después, el documental María Soledad: El fin del silencio, dirigido por Lorena Muñoz y estrenado en Netflix, revive ese caso que fue un antes y un después en la historia reciente de ese país. En el centro de ese giro social estuvieron las emblemáticas "marchas del silencio", organizadas por sus compañeras de colegio bajo el liderazgo de la hermana Martha Pelloni.

El crimen tuvo lugar en un contexto dominado por el poder del caudillismo político. En Catamarca, la familia Saadi —con Luis Saadi como gobernador y su padre Vicente Saadi como influyente senador— controlaba no solo el aparato estatal, sino también la justicia, la policía y gran parte de los medios locales. El asesinato de María Soledad, cuyos principales sospechosos estaban vinculados a las élites políticas, fue inicialmente encubierto con negligencia y versiones contradictorias. Pero algo se quebró.

Martha Pelloni, una monja carmelita descalza y rectora del Colegio del Carmen y San José, donde estudiaba María Soledad, se convirtió en la figura moral que canalizó la indignación de sus alumnas y de toda una sociedad cansada de la impunidad. “Transformamos el dolor en acción”, declaró en varias entrevistas. Con convicción inquebrantable y sin miedo a enfrentarse al poder, lideró junto a las adolescentes las primeras marchas del silencio: caminatas semanales por el centro de San Fernando del Valle de Catamarca, sin gritos, sin carteles partidarios, solo con velas, uniformes y el rostro de María Soledad en alto.

La imagen de esas jóvenes marchando en silencio rápidamente recorrió el país. La sociedad argentina, aún marcada por los ecos de la dictadura y en plena efervescencia democrática, vio en ellas una expresión nueva y poderosa de reclamo ciudadano. El caso llegó a los medios nacionales, se instalaron programas especiales en la televisión y se exigió públicamente justicia. El impacto fue tal que el presidente Carlos Menem tuvo que intervenir, enviando a la Gendarmería a la provincia y apartando a las autoridades locales del proceso.

El documental reconstruye ese proceso con material de archivo y testimonios actuales de quienes vivieron esos años desde la primera fila. Más que revivir un hecho policial, la película expone las dinámicas de poder, corrupción e impunidad que imperaban en la Argentina de comienzos de los 90, pero también la fuerza transformadora de la movilización social impulsada por mujeres jóvenes y una religiosa comprometida.

Las marchas del silencio no solo consiguieron justicia —condenas firmes llegaron años después—, sino que marcaron un precedente en la lucha ciudadana por los derechos humanos en democracia. Fueron una escuela de ciudadanía, de organización y de valentía.

Hoy, con María Soledad: El fin del silencio, una nueva generación puede conocer esta historia y entender que el silencio también puede ser una forma de gritar. Y que, frente a la injusticia, incluso la voz más joven puede hacer temblar a los poderosos.

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