Brasil: Reducción de pena de cárcel por Lectura

El programa de reducción de pena por lectura se implementó en 2012 bajo la presidencia de Dilma Rousseff.

Derechos Humanos26 de junio de 2025RedacciónRedacción
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  • El programa ha impactado también en Kazajistán y Uzbekistán.
  • Este programa refleja un enfoque innovador para abordar el hacinamiento. Brasil tiene más de 682,901.
  • Se busca el fomento de la rehabilitación, la alfabetización y la reinserción social en un sistema penitenciario superpoblado.

Por cada libro leído la pena se reduce cuatro días y se puede leer hasta un máximo de 12 libros al año, lo que genera 48 días de reducción anual de sentencia.

Deben leer obras de literatura clásica, filosofía, ciencia o clásicos aprobados por una comisión y escribir un ensayo o reseña que demuestre -que el texto- ha sido comprendido. El ensayo -además- debe contar con una gramática correcta y estar presentado en un formato legible. Una comisión del penal evalúa las reseñas para aprobar la reducción.

¿Cuál es el objetivo?

El programa debe busca el fomento de la rehabilitación, la alfabetización y la reinserción social en un sistema penitenciario superpoblado. Desde el 2011 las cárceles de Brasil albergan 167% más reos de lo que su capacidad permite.  El común de los presos tiene bajos niveles educativos -el 46% de los reos no pasó de cuarto grado de primaria- y aproximadamente 5% es analfabeto

Con esta iniciativa  los presos leen nueve veces más que el promedio nacional que es de cinco libros al año, según el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística.

El Estado no pone los libros, las bibliotrecas carcelarias se implementan básicamente con el apoyo de donadores de libros y con publicaciones de reseñas o ensayos realizados por presos.

No todo es color de rosa

Las autoridades brasileras que monitorean este  programa temen la aparición de posibles “mercados negros” de ensayos, donde algunos presos escriban para otros. También el hecho que la implementación de esta iniciativa es limitada por falta de bibliotecas y personal en muchas cárceles, es entendido como un programa que puede favorecer a unos presos por encima de otros, lo que puede generar una tensión carcelaria que nadie desea.

Los más pesimistas respecto a esta iniciativa desconfían de la eficacia en la rehabilitación de los sentenciados ya que los estándares de los ensayos pueden ser de muy bajo nivel educativo.

 Influencia en otros países

Si bien la presidenta Dilma Roussef implantó la idea en Brasil, lo cierto es la idea no es suya. Esto nació en Kazajistán a partir del programa “Reading Without Borders” en Karaganda, e inspiró al modelo brasileño. No hay muchos detalles sobre la estructura seguido por el gobienro kazajo, pero es probable que siga un esquema similar, con énfasis en lectura y escritura de reseñas. Uzbekistán es señalado también como otro país que adoptó un programa similar, pero aún están midiendo los resultados de una primera fase de implementación.

Otros ejemplo es Filipinas. Allí el programa “Read Your Way Out”, apoyado por la agencia de Naciones Unidas, UNODC, permite a presos reducir su condena mediante actividades de lectura, con 13 cárceles piloto.

Está claro que estos programas reflejan un enfoque innovador para abordar el hacinamiento y la reincidencia, pero además,  hay que recordar que la rehabilitación a través de la educación se alinea con principios de la Iglesia, como la dignidad humana y la redención, promovidos por papas como Francisco y León XIV.

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